Sócrates arranca a Alcibíades del seno de la voluptuosidad. Jean-Baptiste Regnault.
Cuando le escucho, mi corazón da muchos más brincos
que los Coribantes en su danza frenética,
y se derraman mis lágrimas por efecto de sus palabras.
(Alcibíades en el Simposio)
¿Su melodía?
¿Has escuchado su melodía?
Si no lo has hecho, no espero que lo entiendas.
Te arrebata, te recuerda que necesitas desesperadamente de los dioses, que eres un metal buen conductor y que en alguna cueva, bajo un árbol o a la orilla del mar te está esperando una iniciación para arrancar tu cuerpo y tus ojos y tu alma de la muerte que todos los demás, los que no han escuchado o no han querido escuchar su melodía, llaman vida.