¿Qué fue primero, la ensoñación o la experiencia?
¿Lo invisible o lo visible?
Lo invisible nos toma por asalto antes que la mente consciente se dé cuenta.
En la infancia, todos nos hemos adherido a lo invisible, no le hemos puesto reparos, y a través de lo invisible hemos habitado, de manera maravillosa y como en avanzada, nuestro destino.
Llegar ahí de nuevo -una casualidad, un sueño, la intención en unos ojos, las deslumbrantes palabras que se dicen entre líneas- es la verdadera poesía.
La fragante.
La inmortal.
La maravillada.
La habitada, sin reparos, por nuestro maravilloso destino.