11 dic 2009 | By: María García Esperón

¿Existió Berenice la Sirena?





Rotundamente, sí.
La sirena que toca la guitarra es motivo recurrente en el imaginario mexicano.
Y la podemos encontrar desde la época barroca, donde ¿por qué no? aparece con dos colas en la Casa de los Condes de Santiago de Calimaya (actual Museo de la Ciudad de México), sirena musical y embrujadora que me inspiró esta historia una tarde en que la escuché tocar la guitarra.
Dicen en la Casa en cuestión que Berenice no es sirena, sino nereida y que mira lánguida hacia la capilla familiar. Que aparezca en una concha hará referencia a Santiago y sus vieyras peregrinas y toda ella marinera es recuerdo de los frecuentes viajes que la familia condal hacía a ultramar en esos lejanos días del siglo XVII novohispano.

En griego moderno, neraida es una mujer hechicera, encantadora.
Lo cierto es que las sirenas cantan.
Y el nombre de Berenice, tan campante en su libro también es griego -antiguo- y significa "portadora de la Victoria".

Y muy victoriosa es, sobre todo cuando canta huapangos veracruzanos.

6 comentarios:

Anabel dijo...

Estoy deseando leer el libro. La figura de la sirena ha sido desde siempre fascinante, con esa mezcla de intriga y misterio, como las sirenas de La Odisea... Un abrazo. Anabel

María García Esperón dijo...

Te va a gustar, lo terminarás de leer antes de decir ¡Jesús!
Las sirenas, pocos personajes an atractivos. Esas sirenas de la Odisea. Resulta que a una pregunta que puede parecer ociosa, como ¿cuántas eran? La respuesta es : dos. Homero las describe con una palabra que es el número dual (característica de la lengua griega antigua). Así que eran dos, con cuerpo de ave y cabeza humana. Lo que cantaban, lo que cantan... es lo seductor.

Saúl Meneses dijo...

¿Eres ególatra?

No hay post en la que no pongas una fotografía tuya, ya es cansado.

María García Esperón dijo...

Nadie te obliga a verme :)
Cierra los ojos

Marcelo dijo...

Nunca me gustó la sopa demasiado. Sin embargo, ahora la tomaré con ilusión. Quien sabe si no...

Voz y Mirada dijo...

Quién sabe si no hay una sorpresa a vuelta de cucharada, Marcelo?

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