En alguna de sus reflexiones, Teilhard de Chardin dijo poéticamente que la materia ha mecido al hombre en su inconsciencia y que será ella la que lo lleve a Dios.
El punto Omega es en esta extraordinaria conciencia de filósofo, que concilia los ismos del evolucionista y del religioso occidental, el hombre crístico.
Muy atrás o muy abajo, los homínidos habrían sido ensayos de ser humano.
Muy adelante y muy arriba está ese ser supremamente consciente, en extremo empático, misericordioso, dolorido y claro, que desde las palabras sangrantes de su Fin se resigna a ser Origen y que en aquel mundo sin ismos se llama Poeta.