Abrir este libro nos devuelve nuestra primera mirada sobre la luna. De la mano de sus azules ingresamos a los terrenos del sueño y de la leyenda. A un estado de alma. Terrenos inestables, órbitas que se comunican, inocencia y fuentes.
Este sueño viene de una antigua leyenda china. Pero en castellano o en asturiano nos devuelve nuestro bosque profundo y a nuestra agua muy clara. Nos convierte en liebre, en leñador, en cazador, en niña y en luna. Nos vuelve cósmicos soñadores infinitos de un ritornello en el que la blanca liebre come en la blanca luna la blanca nieve.
La anécdota se hace dulce y onírica en sus terrenos de tinta. Las palabras se permean del color de los sueños. La liebre surge nítida ante nuestros ojos. El poeta nos ha otorgado su visión profunda. Respiramos a color pleno.
Francisco Álvarez Velasco ofrece versos de una gran hondura en este álbum de poesía para niños ilustrado por Fernando García-Vela y editado por Pintar-Pintar. El poeta es sabio porque sabe ser sencillo y es sencillo porque es sabio. Habla el lenguaje de los astros y de los animales y conoce de antiguas músicas.
Y junto al bosque
hay una fuente de oro
donde las niñas
cantan a coro.
Cantan a coro, cantan
para la Luna.
Y se llenan los cántaros
con agua pura.
El mundo de arriba es el mundo de abajo y las tintas de Fernando lo saben. Persiguen el disparo del cazador, explotan con él y son compasivas. También son muy vivas, saben hacerse llover y, a la letra, mueren de risa:
Y en los chopos la brisa
las hojas mueve
muerta de risa.
Un hilo muy delgado, de plata, nos conduce por la sabia anécdota entintada como en los paisajes chinos. Este delgado hilo es la continuidad del ser, que acontece en nuestras manos y ante nuestros ojos al cambiar las páginas. El ser que persiste como una flor misteriosa que puede ser la luna sobre su tallo de sueño. Pero, y nos advierte el poeta como en un eco lejano:
Luna, niñas y liebre
olvidarán sus sueños
cuando despierten.
Y nosotros, ya soñadores plenos en este libro, nos preguntamos si al cerrar sus tapas y soltar la mano de sus azules, despertaremos en un sueño de la luna, con la boca fresca de nieve.
María García Esperón
La luna tiene una liebre
Francisco Álvarez Velasco
Il. Fernando García-Vela
Editorial Pintar-Pintar
Asturias, 2009
Imágenes: Pintar-Pintar