En 2009, Ana Tortosa y Ester Sánchez se tomaron de la mano de Daniela, una niña que además de hablar muy bien de ambas como creadoras, invita a los lectores de este álbum ilustrado de Pintar-Pintar a ser tan grandes como ella.
Daniela es. Simplemente. Daniela es todo. Como son los niños cuando sueñan, cuando hacen la tarde cóncava para meter ahí sus estrellas y mares, sus animales dorados, su sombra compañera y sus colores siempre colores.
Pulsar adecuadamente las cuerdas
de este poema ilustrado puede llevarnos
a los íntimos paisajes de nuestra lejanía.
Daniela, dice Ana, es del color que la imagines tú. Daniela, pinta Esther, tiene en el cabello los colores del arco iris. Al que le gusta subirse, dice Ana. Y Esther deja caer gotas gordas que hacen estremecer en la página la acuarela de nuestros recuerdos de infancia, que nos vuelven a calzar los pies en nuestros zapatos de niños y que nos suscitan en el alma la lluvia y el sol de nuestros primeros soles, de nuestras primeras lluvias dibujadas con dedos misteriosos en el lienzo húmedo de la ventana.
Daniela nos quita las fechas de encima. Daniela nos devuelve al tiempo que nos trajo al mundo con los ojos tan abiertos como ella, con el color tan suelto, con la imaginación tan libre. Daniela nos devuelve a los colores de nuestro propio libro ilustrado, ese que guardamos plegado bajo el brazo del alma y que al abrirlo nos inunda con la ola de su recuerdo puro. Marea de los recuerdos que nos restituyen el cosmos íntegro, su vivencia, que nos mojan, que nos calan, que nos aman.
La tonalidad de las palabras de Ana, el deletrear de los colores de Ester nos componen el resplandor llamado Daniela que -decisión o fortuna del lector, para eso no hay recetas- puede brotar tan grande y luminoso como nuestros propios orígenes.
Pulsar adecuadamente las cuerdas de este poema ilustrado puede llevarnos a los íntimos paisajes de nuestra lejanía. Al lugar donde el mundo se mira de veras, como es, no como nos enseñan: en su pluralidad y en su maravilla, en la simultaneidad de sus imágenes posibles, en sus poderosos arquetipos, sus sirenas y sus leones. Ese lugar ilimitado, desprotegido y tierno que se llama corazón.
Daniela
Texto: Ana Tortosa
Ilustraciones: Ester Sánchez
Editorial Pintar-Pintar
Oviedo, 2009