Palabras aladas, ojos de la memoria, fórmulas mágicas de la voz... El canto encanta, hechiza y enamora. ¿Para qué cantamos? Para acordarnos, encordarnos, ponernos en el mismo corazón.
Se escuchó la voz de Argentina, la de España, la de México y la de Perú. Se proyectaron las miradas. Los videos imperfectos se magnificaron ante esa audiencia convencida del valor de pronunciar la Palabra con los ojos bien abiertos.
Llovieron ideas, esperanzas. Llovió, literalmente, fe. Fe expresada en el poema de Marcelo Suárez De Luna, que leyó el actor mexicano Hugo Almansa y cuyas palabras se convirtieron en las palabras de todos.
Quién te dice si soñar a lo mejor
no es tan difícil.
Y hace bien.
Porque seguro es necesario
como el pan
como tu luz
como mi fe.
Aunque trabajes en un banco
soñate un mundo entero
de gente que se ríe
y que se abraza por las calles.
Tal vez mañana
será distinto.
no es tan difícil.
Y hace bien.
Porque seguro es necesario
como el pan
como tu luz
como mi fe.
Aunque trabajes en un banco
soñate un mundo entero
de gente que se ríe
y que se abraza por las calles.
Tal vez mañana
será distinto.
Nos aplauden, nos reconocen, nos despiden y... nos quedamos.
Bety fue quien hizo posible la lluvia de fe. Aquí, un día después, su emoción recordada expresa mejor que el video la emoción que sentimos todos esa tarde, la que nos puso en el mismo corazón.
Bety fue quien hizo posible esa lluvia. Aquí, su emoción expresa mejor que el video la emoción que sentimos todos esa tarde, la que nos puso en el mismo corazón.
Un joven maestro me dijo: Nos preocupaamos por atender lo inmediato, en las comunidades marginadas en las que trabajamos: cursos prácticos de riego, de electricidad, de farmacéutica. Pero nunca pensamos en la importancia de contagiar sueños, de infundir fe.
Esa tarde a todos nos salieron alas.