
Como ha querido bien todo lo que ha querido, sus manos pueden soñar sobre la soñadora materia.
En ella, como en él, lo esencial ocurre en el interior.
Ahí se encuentra el mutuo misterio.
Pero como ha querido bien, el misterio de la materia se devela y con él se abre la interioridad del alquimista.
La llave ha girado en su cerradura.
La aguja ha recorrido su cuadrante.
Asombrado de sus palabras, que le llevan la delantera, un nuevo mundo acaba de nacer.
1 comentarios:
¡Pero qué frágil!
No sólo un soplo de aire podría desmoronarlo, sino una intención o un pensamiento contrario son capaces de socavar sus cimientos.
Así son los mundos recién nacidos.
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