En un sueño de palabras...

Hacia los orígenes deseados

6 sept 2009


La autora y especialista en LIJ española Anabel Sáiz Ripoll me ha pedido exponga brevemente si en la literatura que hago para niños y jóvenes propongo algún tipo de modelo. Esta es mi respuesta y mi agradecimiento a Anabel por ser posibilidad de diálogo.

Mi propuesta de literatura infantil y juvenil tiene un compromiso profundo con la cultura universal, con un tesoro de tradiciones, símbolos y sabiduría que se ha ido paulatinamente olvidando en el diseño de las políticas educativas del mundo hispanoparlante.

Considero muy importante que los niños y los jóvenes de España y Latinoamérica sean introducidos, por ejemplo, en el mundo grecolatino, porque es la base de nuestra cultura común. Y que esta introducción sea deleitable y construida con la riqueza poética de la hermosa lengua española, que es el puente mágico que nos mantiene unidos y cercanos culturalmente a españoles y latinoamericanos.
En la medida en que acerquemos a los jóvenes de nuestros dos continentes a estos orígenes magnificaremos nuestro diálogo e intercambiaremos nuestras riquezas.

En este sentido, he abordado la novela histórica, como en mi obra Querida Alejandría, o de manera diferente en Mi abuelo Moctezuma que más que una novela histórica es la búsqueda de la historia, como un impulso personal e inaplazable para construir la identidad, impulso que no veo por qué no pueda tenerlo un joven, un niño, una niña…

He procurado que mis personajes, aunque sean muy jóvenes, se pregunten a través de sus acciones quiénes son ellos y por qué les sucede lo que les sucede.
De ese intento por autoconocerse surge la acción narrativa y al final del texto pretendo que tanto lectores como personajes surjan de alguna manera iluminados.
Dice Gastón Bachelard que
la filosofía es la ciencia de los orígenes deseados. En este sentido, intento que la literatura que dirijo a los niños y jóvenes regrese al presente con los tesoros encontrados en nuestros más puros, bellos y promisorios orígenes.

María García Esperón

Septiembre 2009