En un sueño de palabras...

Entrevista a Andrés Acosta, ganador del Premio Juan García Ponce de Novela Corta

4 sept 2009

Hablar de Andrés Acosta es un placer y un orgullo. Este autor mexicano nacido en Chilpancingo, Guerrero, en 1964, no sólo ha obtenido una larga lista de premios literarios, sino que se ha comprometido activamente en la vida cultural y ha asumido de manera personal hacer crecer la literatura mexicana.

Lo que ha ocurrido con Andrés Acosta (o lo que Andrés Acosta ha hecho ocurrir) este año es prueba de que su destacado quehacer ha rendido frutos. Obtuvo el difícil y codiciado Premio Gran Angular de Literatura Juvenil 2009 con su novela O:L:F:A:T:O:, Cómo me hice vampiro. Y en días pasados se alzó con el Premio Juan García Ponce de Novela Corta por su novela Cómo me hice poeta.


Sus libros son éxitos que descubren un camino en búsqueda constante, además de que salen al encuentro de sus lectores, los toman por sorpresa. El complejo de Faetón, mención honorífica del Premio Gran Angular 2006 ha sido seleccionada para el programa de Bibliotecas de Aula de la Secretaría de Educación Pública de México, Lavadora de culpas fue Premio de Cuento de la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil 2005. El sugerente título Doctor Simulacro fue finalista del Premio de Novela Negra "Otra vuelta de tuerca" 2005 y publicada por Planeta- Joaquín Mortiz en su serie del Volador. Solitarios y Podridos fue Premio Latinoamericano de Cuento Benemérito de América, 2003.



¿Qué se siente haber obtenido en el lapso de un año dos premios de narrativa?

Ambos fueron una sorpresa. Entré en los concursos con la idea de que al menos los libros tuvieran la oportunidad de llegar a ser publicados en algún momento, pero ganar dos primeros lugares me parece fantástico. Para mí los premios son como un agente literario: te consiguen una publicación, atraen la atención sobre tu trabajo y además te proveen de una cantidad de dinero que te permite comprar tiempo para continuar escribiendo los proyectos más nuevos. En 2003 me sucedió lo mismo con dos libros de cuentos; ahora con dos novelas muy distintas a pesar de que los títulos tengan relación entre sí.



¿Qué relación encuentras entre los poetas y los vampiros?

Podría haber muchas, incluso había un excelente poeta mexicano (QEPD) al que le decían El vampiro. En el caso de mis novelas, los protagonistas, después de una serie de situaciones se convierten, sin que así lo deseen, en poeta y en vampiro, respectivamente. Siempre me ha fascinado esa obra inconmensurable de Ovidio: Las metamorfosis. Uno de mis temas favoritos en la novela es el de la transformación de un ser.



Si te pidieran que te definieras, qué serías: ¿vampiro o poeta?

Vampiro. Todo novelista es un vampiro.

¿De qué trata esta novela merecedora del Premio de Novela Corta?
Es la historia de un fracaso. Un personaje ingenuo intenta convertirse en novelista de éxito y, después de una serie de infortunios y de unirse a un grupo de anarquistas de la puntuación que desestabiliza al país, se transforma en un tipo de poeta que nunca esperó ser.

Y por último, ¿hay diferencia entre escribir literatura a secas y literatura juvenil?

Para mí es (o tendría que ser) lo mismo, la diferencia está en que si ofrezco un libro de este corte elijo a un protagonista joven, pero incluso hay autores que ni siquiera eligen a un joven como personaje principal en este tipo de obras. Mi propuesta es sacar a la literatura juvenil del gueto en el que se encuentra encasillada. La clasificación como subgénero ha provocado que se le ponga atención a la literatura juvenil, pero también tiene un lado oscuro: la subestimación. En realidad no debería haber diferencia. ¿Es Moby Dick una obra juvenil o simplemente una obra maestra de todos los tiempos?

Del Diccionario de Andrés Acosta:



Jóvenes: Seres libres.

Libros: Puertas que te invitan a viajar.

Vampiros: Enigmas con colmillos.

Poetas: Enigmas sin colmillos.

Andrés Acosta: En constante búsqueda.