"Pero lo que le asegura una superioridad aplastante es que en política él tenía ideas a las que servir en lugar de facciones donde alistarse, o apetitos que satisfacer, o rencores que vengar; y estas ideas se concertaban en su espíritu en un sistema coherente que le salvó de arrepentimientos e inconsecuencias; sus ideas estaban llamadas a realizarse no tanto por la envergadura de su genio como la fuerza de las verdades que su genio había abrazado en ellas".
(Jerome Carcopino. Julio César. El proceso clásico de la concentración del poder.)
