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“PORQUE VIVIR… ES UNA EXPERIENCIA APASIONANTE”
ALGUNOS DATOS BIOGRÁFICOS: este planeta es maravilloso
Carlos Marianidis se define a sí mismo como: “Un agradecido de la vida. Nací con meningitis, dentro de una familia pobrísima y fui internado en un hospital público. Al cabo de tres meses de incubadora y respirador, los médicos me desahuciaron. Pero mi madre les rogó un poco más de tiempo, porque confiaba en que yo iba a reaccionar. De ahí en adelante, todo fue un regalo. Y no es que las cosas hayan sido fáciles. Digo que, a pesar de las dificultades –que no son otra cosa que desafíos-, vivir es una experiencia apasionante. Y este planeta es maravilloso. Ojalá todos pudieran darse cuenta y cuidarlo más.”
Carlos Marianidis, a quien dedicamos estas líneas, nació en Buenos Aires, Argentina, el 19 de agosto de 1959. Estudió violín en el Conservatorio Municipal, Óptica Técnica en la Universidad de Morón, teatro en el Conservatorio Nacional y psicología en la Universidad de Buenos Aires. Es un hombre versátil, al que le interesan los deportes (fútbol, tenis, atletismo) y es aficionado al ciclismo y al tenis. (...)
LEER Y ESCRIBIR: la libertad sin educación no es libertad
En el momento en que le preguntamos desde cuándo escribe, nuestro autor recuerda algunos episodios de su infancia y nos cuenta que: “Crecí en un pueblo con calles de tierra, con zanjas [ canales angostos que corren junto a las calles] por donde el agua de las lluvias se quedaba por varios días. Según la estación del año, había mariposas, renacuajos, ranas, caracoles, algunos peces de color; plantas rastreras de pétalos rosados y campanillas azules. En ese ambiente, escribí mi primer cuento a los siete años. Más tarde, me cayó en las manos Rimas y Leyendas (Gustavo Adolfo Bécquer) y empecé mis primeros poemas. A los catorce años, un semanario comenzó a publicar algunos y en poco tiempo me convertí en el poeta del colegio. En realidad, debo decir que muchos compañeros se burlaban de mí. Pero hoy son queridos amigos.”
En el momento en que le preguntamos desde cuándo escribe, nuestro autor recuerda algunos episodios de su infancia y nos cuenta que: “Crecí en un pueblo con calles de tierra, con zanjas [ canales angostos que corren junto a las calles] por donde el agua de las lluvias se quedaba por varios días. Según la estación del año, había mariposas, renacuajos, ranas, caracoles, algunos peces de color; plantas rastreras de pétalos rosados y campanillas azules. En ese ambiente, escribí mi primer cuento a los siete años. Más tarde, me cayó en las manos Rimas y Leyendas (Gustavo Adolfo Bécquer) y empecé mis primeros poemas. A los catorce años, un semanario comenzó a publicar algunos y en poco tiempo me convertí en el poeta del colegio. En realidad, debo decir que muchos compañeros se burlaban de mí. Pero hoy son queridos amigos.”
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Para el poeta, pues, la lectura es una actividad imprescindible que defiende de esta manera tan poética: “Es el principal modo de ser libre. Un niño que lee tendrá siempre mayores posibilidades de salir adelante en la vida. Un hombre que lee, difícilmente pueda ser engañado. Luego, la libertad sin educación no es libertad.” Además es consciente de que los niños de hoy en día quizá lean menos, aunque no se muestra alarmista, más bien es constructivo al aportar soluciones. En sus siguientes declaraciones hay mucho de buen juicio, de reivindicación histórica y de honestidad. El lector o lectora hará bien si las lee despacio: “Globalmente, ha disminuido la lectura tal como mi generación la conoció. Esto es: niños con un libro abierto entre las manos que disfrutan el hábito de leer bajo un árbol. Internet ha significado un gran cambio, pero no es la única responsable. Y te digo más: de no haber existido, no sé si los niños tendrían el nivel actual. Por supuesto, ese nivel varía según la región del mundo en que se lo mida. En América Latina sucede algo paradójico: mientras las principales ferias aumentan cada año su público, el vocabulario que manejan los niños –sobre todo, los adolescentes- disminuye. A menudo hablo con chicos a los que les cuesta poner en palabras una idea, un concepto.