María García Esperón
Hoy, a los asturianos les amaneció en el periódico una historia de las que hacen salir el sol en el alma. Fue publicada en el diario La Nueva España y los lectores extranjeros pueden enterarse de sus detalles en el sitio web de la Editorial Pintar-Pintar.
Es una historia con nombres y sentimientos, con anhelos y poesía.
Juana es una maestra de preescolar del centro de México, que infunde en los pequeños el amor a la lectura.
Rosa es una maestra del norte de España, tan amante de los libros que, desde su aula, es una revolución cultural en sí misma.
Ester y Ángela son dos soñadoras de la realidad que hacen libros ilustrados para niños desde su editorial en la asturiana Oviedo.
Aurelio es el poeta que viene del Norte y que como pocos ha penetrado en la complejidad maravillosa del alma infantil.
La ilusión es la crisálida del mundo.
Si se teje a temprana edad,
mundos diferentes han de alumbrarse.
Todos estos nombres se hicieron círculo virtuoso para que un buen día brotaran en el aula de un jardín de niños mexicano los mejores frutos poéticos de Asturias.
Y no es que no tengan libros esos niños. Los tienen y magníficos, gracias al programa de Bibliotecas de Aula de la Secretaría de Educación Pública Mexicana. Pero los libros de la Biblioteca de Aula llegan en una caja de cartón en un proceso sin remedio burocrático y estos libros asturianos llegaron envueltos en la magia de las acciones generosas y bellas y son portadores del corazón del poeta.
Fueron esperados con ilusión y con ilusión esperaron ser abiertos por las manos de su primer niño, de su primera niña.
Las ilustraciones de Ester, de Antonio, de Elena se hicieron vida por la magia ilusionada de esas pupilas. Y el poema se cayó a la mar, Caracol llevó a su estatua cantos de pájaros, Chispina prendió la llama de la felicidad y las cabezas en círculo inclinadas sobre el libro descubrieron que Todo ama...
La ilusión es la crisálida del mundo. Si se teje a temprana edad como lo han hecho esos nombres y esos sentimientos, mundos muy diferentes a los que por desgracia vivimos hoy en México, mundos mejores han de alumbrarse. Porque la infancia es nuestro claro manantial y la poesía de Aurelio enuncia sus claros sueños.
Desde el Norte de nuestro Norte, Ester y Ángela hicieron llegar a los niños mexicanos, como un regalo, los libros de Aurelio González Ovies, tendiendo por encima de esa mar océana que tanto nos ha traído y llevado, la mano caudalosa y alada, sencilla y franca, de la poesía.