En un sueño de palabras...

Encuentro con la Gran Ciudad, de Teresa Domínguez Pacheco

27 oct 2009

El Premio Barco de Vapor 2009 hunde sus raíces en la historia prehispánica de México y rescata el rostro fresco de un niño que se hace hombre en el Cemanáhuac, en ese mundo que era tierra tenochca, imantado por la gravitación poderosa de la Gran Ciudad.

Encuentro con la Gran Ciudad se llama la novela. Pero también se llama Ixtlahuamilli, que es el nombre del protagonista, y que significa en náhuatl Campo Cultivado.

De la mano de la autora, Teresa Domínguez Pacheco, vamos recorriendo el cuerpo de un país lejano en el tiempo pero que es, en el espacio, el mismo en el que ponemos nuestras plantas y del que comemos su maíz y respiramos sus aromas. El mundo de Ixtlahuamilli es el de la fiera guerra florida, el de los pueblos cercados por el vigor y el destino azteca, un mundo en el que la energía juvenil no se disipa ni en vicios ni en flirteos, sino que se dirige hacia un objetivo: la construcción del cosmos a través del cultivo del rostro y del corazón, que son el campo del hombre.

Es de resaltar la pespectiva elegida por Teresa Domínguez para reconstruir este mundo indígena: acude a la periferia del imperio, a una aldea habitada por purépechas. Desgrana los bellos nombres con un delicado saber: Tiamu Katamba, Kuruku Tamapu, Kuaraki Sapichu. Lengua de Bronce, Guajolote Viejo, Ardillita que son la familia del protagonista, dotado por la sabiduría de su padre con su hermoso nombre náhuatl que es además una fe: el que se cultiva a sí mismo.

Hay un gran señor de la guerra: Yaotonalli. Un guerrero de penacho altivo en las atinadísimas ilustraciones de Andrés Sánchez de Tagle. A este duro señor salva Ixtlahuamilli la vida. Y cambia su destino y sus pasos se dibujan en el códice de su destino hacia la majestuosa ciudad en la que intuimos a Mexico-Tenochtitlan, pero de la que la autora, con toda una intención literaria, no ha querido obviar su nombre.

Pero reconstruye sus calles, eleva las líneas de sus pirámides, dibuja la anchura terrible de su cielo y el ilustrador cincela los perfiles duros de los volcanes. Todo surge ante el lector como ante los ojos de Ixltahuamilli, cuando desde un cerro y a la vera de su Señor de la Guerra descubre la que será la morada en que habrá de cultivar su ser:

"Así dedujo que su señor era una persona importante, pues se encaminaron a la zona norte, donde había alcanzado a ver casas con jardín, huertas y espacios separados para los animales; además, era la zona más cercana a la plaza del templo principal".

No muestra la novela de Teresa Domínguez un mundo prehispánico idealizado y espiritualizado al extremo. Externa las duras costuras de la vida, la muerte de los seres queridos, la renuncia al amor por respeto a la amistad, la escarpada senda de dominarse a sí mismo. Rescata para el castellano el habla prehispánica, llena de giros de respeto hacia las personas, las cosas, los animales, los lugares. Lleva al lector, de la mano de un niño y de un Señor de la Guerra, al campo de cultivo de su propio corazón.

Teresa Domínguez Pacheco (México, 1965) estudió Economía en el ITAM y Lengua y Literatura Hispánicas en la UNAM. Combina sus labores en una asociación civil con el trabajo en una escuela como coordinadora del departamento de Español.

Encuentro con la Gran Ciudad. Teresa Domínguez Pacheco. Il. Andrés Sánchez de Tagle. El Barco de Vapor. Ediciones SM. México, 2009.