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Al día siguiente de haber recibido el Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños 2008 por su poemario "Los espejos de Anaclara", Mercedes Calvo y yo nos encontramos por primera vez personalmente en el Museo de Antropología de la Ciudad de México.
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Era un encuentro muy esperado, prefigurado en correos electrónicos y espacios de diálogo en los blogs de los poetas y amigos Pedro Villar y Darabuc en España, en el blog de María Wernicke, ilustradora de Rutinero, de Níger Madrigal*, en el ir y venir de emociones de Uruguay a México, de México a Argentina, a España, -nuestras cuatro orillas- emociones enunciadas en la lengua que nos hermana e invocadas en nuestra patria común: la poesía.
Esa mañana, Mercedes Calvo se llenó del México prehispánico -la piedra del Sol, Quetzalcoátl, Coatlicue...- mientras me obsequiaba nombres y versos de poetas uruguayos. Frente al mural del Tlalocan evocó la poesía de Marosa Di Giorgio, poeta salteña como Mercedes, devanadora de mitos y de misterios, diosa-araña como la que pendía del árbol de la vida teotihuacano ante nuestros ojos. La vida intensa de Marosa Di Giorgio surgía de los ojos de Mercedes, de su voz; estaba tan asociada a todas esas deidades de piedra, a esa materia espiritualizada de los artífices prehispánicos.
Tenemos tantas cosas en común que faltan palabras para nombrarlas. Y qué bueno, porque habrá que escribir mucho, que sentir mucho para fabricar esas palabras nuevas que hagan justicia a la vastedad de las emociones.
En la noche teotihuacana, la noche azteca que recrea el Museo de Antropología, sentimos que la noche de nuestros sueños es la misma: España, México, Uruguay, Argentina, América toda.. qué nostalgias, qué privilegio de pasado, qué esperanza de futuro.
Mercedes Calvo se sonríe cuando le preguntan si es fácil o difícil escribir poesía para niños. Saca de su bolsa de viajera barquitos de papel que tienen escritos poemas y susurra los versos de Enrique Amorim en los que de niña se descubrió para siempre poeta:
Labra el silencio cofres de arreboles
y en el aire hay nostalgia de bajeles.
*Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños 2007.