7 dic 2008 | By: María García Esperón

Una mañana con Mercedes Calvo en México



Al día siguiente de haber recibido el Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños 2008 por su poemario "Los espejos de Anaclara", Mercedes Calvo y yo nos encontramos por primera vez personalmente en el Museo de Antropología de la Ciudad de México.



Era un encuentro muy esperado, prefigurado en correos electrónicos y espacios de diálogo en los blogs de los poetas y amigos Pedro Villar y Darabuc en España, en el blog de María Wernicke, ilustradora de Rutinero, de Níger Madrigal*, en el ir y venir de emociones de Uruguay a México, de México a Argentina, a España, -nuestras cuatro orillas- emociones enunciadas en la lengua que nos hermana e invocadas en nuestra patria común: la poesía.

Esa mañana, Mercedes Calvo se llenó del México prehispánico -la piedra del Sol, Quetzalcoátl, Coatlicue...- mientras me obsequiaba nombres y versos de poetas uruguayos. Frente al mural del Tlalocan evocó la poesía de Marosa Di Giorgio, poeta salteña como Mercedes, devanadora de mitos y de misterios, diosa-araña como la que pendía del árbol de la vida teotihuacano ante nuestros ojos. La vida intensa de Marosa Di Giorgio surgía de los ojos de Mercedes, de su voz; estaba tan asociada a todas esas deidades de piedra, a esa materia espiritualizada de los artífices prehispánicos.

Tenemos tantas cosas en común que faltan palabras para nombrarlas. Y qué bueno, porque habrá que escribir mucho, que sentir mucho para fabricar esas palabras nuevas que hagan justicia a la vastedad de las emociones.

En la noche teotihuacana, la noche azteca que recrea el Museo de Antropología, sentimos que la noche de nuestros sueños es la misma: España, México, Uruguay, Argentina, América toda.. qué nostalgias, qué privilegio de pasado, qué esperanza de futuro.



Mercedes Calvo se sonríe cuando le preguntan si es fácil o difícil escribir poesía para niños. Saca de su bolsa de viajera barquitos de papel que tienen escritos poemas y susurra los versos de Enrique Amorim en los que de niña se descubrió para siempre poeta:

Labra el silencio cofres de arreboles
y en el aire hay nostalgia de bajeles.



*Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños 2007.

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