La capacidad perceptiva de los niños es inmensa. A partir del espectáculo de Valentina Ortiz y su grupo, los pequeños quedan impregnados del mensaje implícito en la novela: el mundo de Copo de Algodón es tan real como cada quien quiera, y los niños están dispuestos a recibir su herencia de tradiciones y sueños, y los bellos sonidos de la lengua azteca, como esta nena que pronunciaba "xoloitzcuintli" como lo hubiera hecho, hace cientos de años, Copo de Algodón.
Estas dos nenas me hicieron preguntas dignas de todo un periodista. Y ambas se llevaron el libro muy contentas de poder conocer a Copo de Algodón, personalmente entre sus páginas.