Angélica Muñoz Rodríguez estudia el primer año de secundaria y ha leído mi novela El Disco del Tiempo. Como parte de la actividad escolar en torno a la lectura ella debía incluir aspectos de la biografía del autor del libro. Me escribió y convertimos la tarea en un diálogo por el que le estoy muy agradecida.
Quiero transmitir el asombro porque
cada día amanezca, porque haya luna llena,
porque existan niños a nuestro alrededor,
por las grandes y pequeñas realizaciones
del espíritu humano.
AMR: ¿Qué fue lo que más te influyó para dedicarte a ser escritora ahora?
MGE: Siempre amé las letras y la posibilidad de expresarme a través de ellas. De niña no escribía, pero leía intensamente, largas horas, toda la tarde, cuando iba de visita a casa de mis amigas me dirigía a sus libreros. La curiosidad me movía y un inagotable deseo de felicidad. Después me dediqué a la danza flamenca y al periodismo y adquirí oficio por la necesidad de publicar muchas notas rápidamente. Pero fue a partir de que me involucré en el proceso lector de mi hijo, de entonces 8 años, que me decidí a escribir literatura infantil y juvenil. Escribí cuentos para niños pequeños que he ido publicando y paralelamente, mi primera novela, sobre uno de mis temas amados: la antigua Grecia, soñada, buscada, anhelada a través de un artefacto misterioso: el disco de Festos.
AMR: ¿Pones algunas experiencias propias en tus libros? ¿Cómo cuáles?
MGE: Pongo a las personas que me entusiasman, las aventuras que he vivido a través de los libros y de Internet, mis amigos, mis recuerdos, mis amores, mis anhelos, mis sueños... Pero todo esto lo intento transformar en literatura y también convertir mi vivencia personal en algo universal, en algo que le pueda dar un mensaje a cualquiera que lo lea, que le hable de su propia vida, aunque la acción ocurra en la antigua Alejandría o en la gran Tenochtitlan hace muchos siglos. El ser humano es el mismo siempre, en esencia. Y tal vez escribo para vivir intensamente experiencias que yo misma elijo. Durante el proceso de escritura siento que la realidad en torno mío se modifica en función del texto y que se habita con esos personajes que están surgiendo y que todo, absolutamente todo, se hace más intenso: los colores, las temperaturas, los olores, los encuentros con las personas, etc.
AMR: ¿Qué querías estudiar cuando eras niña?
MGE: Yo siempre quise ser bailaora y cantaora de flamenco. Pero al mismo tiempo quería -y lo quería muchísimo- ser arqueóloga. El primer sueño lo realicé con creces al dedicarme a la enseñanza e interpretación del baile flamenco. Y el segundo ¡también! porque a través de la escritura he podido viajar de manera muy intensa a esas antiguas civilizaciones que me fascinan. Y ambos sueños en realidad se complementan. El flamenco es un arte universal que tienen sus raíces en remotas tradiciones mediterráneas: cantar y bailar como manifestaciones de lo sagrado en el ser humano. Ese deseo mío de niña era, ahora lo sé, una antigua voz presente en mi sangre, que he ido aprendiendo a escuchar a través del ejercicio de las letras.
AMR: ¿En donde viviste en tu infancia?
MGE: En la ciudad de México, en la colonia Nápoles con sus calles arboladas donde yo salía a andar en bicicleta con mis hermanas. Muchas mañanas y tardes en el Parque Hundido, en la Alameda Nápoles... y rogándole a mi mamá que me llevara al Museo de Antropología, a ver las piedras de los aztecas, y eso era hermoso porque íbamos en bicicleta hasta Chapultepec, transitábamos por la avenida de los poetas, bajo los árboles, íbamos al museo y la aventura terminaba en una librería de viejo, de donde yo salía con una torre de libros que, puestos en bolsas, amarrábamos mi mamá y yo a las bicicletas. Por supuesto este recuerdo me da pie para decirte que mi mamá es una gran lectora. Lee en cuatro idiomas. Los libros, yo aprendí a amarlos en mi casa.
AMR: ¿Qué quieres transmitir en tus libros?
MGE: La maravillosa aventura de la existencia. La vida de cualquier persona puede convertirse en una obra maestra. Una obra en que tú eres la materia prima, el hacedor, el espectador, el oyente, eres el que la hace y el que la disfruta... Quiero transmitir el asombro porque cada día amanezca, porque haya luna llena, porque existan niños a nuestro alrededor, por las grandes y pequeñas realizaciones del espíritu humano. El asombro por la razón humana que puede conocer, por la sensibilidad, que puede sentir, por el talento, que puede hacer, crear, representar. Quiero transmitir el amor por el lenguaje, tanto los modernos como los antiguos idiomas, por la tradición, por el conocimiento que nos han heredado las antiguas civilizaciones... y quizá todo esto se resuma en una palabra, que es la Memoria. Quiero transmitir mi necesidad amorosa de Memoria.
AMR: ¿Qué le dirías a la gente que lee tus libros?
MGE: Lo que les he dicho ya a muchos: GRACIAS. Saberse leído es una de las experiencias más hermosas, más completas que pueda tener un ser humano. Gracias por haber pasado tus ojos por esas letras, por haber albergado mi pensamiento en tu pensamiento, por estar de acuerdo o diferir, por soñar conmigo y ponerte a soñar por tu cuenta con una página mía como punto de partida. Gracias por tu silencio o por tu atención de buscar mi correo electrónico para escribirme, gracias por aceptar mi abrazo de letras, gracias por prestarle el libro a alguien más, por tomarte una fotografía con él y enviármela, por pedirme que te lo dedique, por darme tu nombre para que yo lo escriba en esa página blanca que está al frente de los libros y que siempre está llena de promesas. Gracias por hablarme de alguno de los personajes, por hacerlo tuyo, por tratarlo como a una persona cercana y querida, por hacerle morada en tu memoria.
AMR: Muchísimas gracias, quisiera algún dia conocerte ya que tengo muchas preguntas más sobre ti y tu libro El Disco del Tiempo y espero leer pronto los demás.
MGE: Gracias a ti por haberme dado la oportunidad de dialogar sobre lo que más me gusta, que son los libros. Y enlazando con la pregunta anterior, GRACIAS por leer El Disco del Tiempo.