Los niños son grandes soñadores de palabras, capaces espontáneamente de encontrar su humor y su regocijo, de devolverles su estado de gracia y su inocencia trémula, de rescatarlas de los anaqueles de los diccionarios y los escudriñamientos para restituirlas en su condición mágica.
Para que las palabras vuelvan a sonar como los sueños, a soñar como los niños, aniñemos el lenguaje para que alcance su crecimiento pleno, su potencialidad asombrosa, su manantial original y originante, su magia clara.
El próximo 2 de abril se celebrará el Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil. Con este poema de Aurelio González Ovies celebramos desde ya la magia del lenguaje que participa del gozo de la creación, que se hace cosquillas, que se esconde para sorprender, que se queda dormido fatigado de juego y despierta cada día en el mundo renacido de sus mejores sueños.
Artificios y capicúas
Aurelio González Ovies
En una palabra
a veces hay dos,
mira: en soledad:
los años del sol.
Otras veces una
dentro de la otra:
Jacoba, en el medio,
esconde una boca.
La palabra hoy
-¡qué letras más listas!-,
boca arriba o boca abajo,
es hoy, ... y distinta.
Y reconocer,
¿te fijaste en él?,
se lee al derechas
y se lee al revés.
El lenguaje es mágico,
cógele los trucos
y podrás cambiar
las leyes del mundo.