En un sueño de palabras...

Dos White Ravens 2011 para Javier Malpica

22 mar 2011
Javier Malpica
La Biblioteca Internacional de la Juventud de Munich ha dado a conocer los libros seleccionados en su prestigiada lista de los White Ravens.

En esta ocasión, de los libros presentados por editoriales mexicanas han sido seleccionados dos títulos del destacado autor Javier Malpica: Akuika, el Cazador de Fuegos, con ilustraciones de Héctor Morales  (CIDCLI, 2009) y Para Nina, con ilustraciones de Enrique Torralba (El Naranjo, 2009).

De este último título, una de las más valientes apuestas en el panorama editorial mexicano, dice el texto elaborado por el comité de especialistas que realizan la selección que: "Javier Malpica trata el tópico del transexualismo sin kitsch ni falsos giros de frase. Empleando situaciones de comedia y diálogo persuasivo, retrata los pensamientos, sentimientos y psique de un ser humano que de manera auto consciente trata de encontrar armonía con él -o con ella misma y su ambiente".

Reproduzco la reseña que en su momento escribí sobre este libro de excelencia, merecedor de ser reconocido en esta importante selección internacional y desde aquí la felicitación más calurosa a Javier Malpica. (María García Esperón)

Para Nina: Un diario sobre la identidad sexual



Con Para Nina, Javier Malpica y Ediciones El Naranjo han hecho dar a la literatura juvenil mexicana un enorme paso hacia la construcción de una sociedad en la tolerancia.

Un tema considerado tabú -la identidad sexual, la transexualidad- se convierte en esta novela-diario en el honesto discurrir de un adolescente dispuesto a correr la aventura más grande de todas: la de conocerse a sí mismo.

La escritura se convierte en el vehículo del proceso. Pero el discurso necesita un destinatario. Y éste es Nina, la abuela del adolescente, llamado Eduardo por imposición y condicionamiento y autonombrado Victoria para dar salida a la mujer que lleva dentro. Nina, aunque solamente aparece al principio de la narración, es uno de los personajes más brillantes salidos de la pluma de Malpica. Es la loca divina, como Don Quijote, la que puede ser y hacer todo lo que se le ocurra, para quien la existencia no es una carga ni un trámite sino la deslumbrante oportunidad de ser.

Al elegir su nombre, el resultado del proceso de este adolescente es así anticipado: ya el deseo de conocerse a sí mismo, de no hurtarse a los más profundos imperativos, a sus más auténticos impulsos anuncia una personalidad victoriosa. Como la abuela Nina y para la abuela Nina, Eduardo podrá ser lo que quiera, podrá convertirse en Victoria y llevar su cuerpo de varón hacia el espléndido desarrollo de su sensibilidad femenina.

La madurez narrativa de Javier Malpica lo lleva a tratar el tema alejado de morbos, chistes fáciles y de situaciones límite. El tratamiento de este tipo de temas –en obras literarias y películas- por lo general lleva aparejada una resolución trágica que lleva al homosexual o al transexual a convertirse en una especie de mártir y subliminalmente en merecedor de un castigo por violar las convenciones. Así, Victoria trae a su diario el recuerdo de una película: “Era una película sobre un pobre homosexual al que mataban dos muchachos (bueno, debería decir dos bestias), tan sólo porque se les antojó matarlo. Lo golpearon, lo ataron a una cerca de alambre y lo dejaron agonizando ahí”. La cultura inocula miedo para que no se rompan sus paradigmas. Victoria lucha contra esta estructura impuesta y exorciza el miedo que podría paralizar su proceso.

Mención especial merecen las ilustraciones de Enrique Torralba, que acompañan al texto en la cuidada edición de El Naranjo. Estructura un espacio onírico en el que los símbolos de la sexualidad parecen flotar siguiendo una trayectoria que lleva a la construcción de la personalidad integrada. La plasmación de la imagen de Eduardo-Victoria en cuanto que proceso es muy acertada pues construye una figura alargada y de cabello al viento en la que el cuerpo longilíneo del varón deja adivinar la ondulación femenina.

Entre los principales destinatarios de la literatura infantil y juvenil se encuentran los colegios. Muchos procesos angustiosos podrían convertirse en una lúcida búsqueda como la que hace Eduardo de Victoria si libros como Para Nina forman parte de la biblioteca escolar. Porque la sexualidad es un tema fascinante y cuando está bien tratado como en esta novela responde a las inquietudes no sólo de los adolescentes alumnos, sino de los adultos maestros y padres, sin importar su identidad sexual.