Era un dragón blanco
con alas de plata
con uñas de cobre
y lengua escarlata.
Vivía en una cueva,
guardaba un tesoro:
era un solitario
rodeado de oro.
Un día un caballero
al bosque llegó.
Buscaba el tesoro
del blanco dragón.
Al verlo en la cueva
la espada sacó
y quiso clavarla
en su corazón.
Mas el dragón blanco
levantando el vuelo
le dejó el tesoro
a aquel caballero.
Yo ya estoy cansado
de cuidar el oro,
de ser solitario
¡es tuyo el tesoro!
Y aquel dragón blanco
de alas de plata
de uñas de cobre
y lengua escarlata
se marchó volando
en busca de amor,
por cielos azules
y el cuento acabó.
María García Esperón