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Dice Don Miguel León Portilla en Los Antiguos Mexicanos que "el complemento de la escritura náhuatl de los códices vino a ser en realidad una sistematización de (una) forma espontánea de transmisión oral".
En los cantares y poemas aprendidos de memoria se encontraba el comentario, la explicación y complemento de lo consignado en los códices. El libro azteca y su lector estaban indisolublemente unidos, eran la misma carne de sentido, los mismos ojos y la misma voz.
Yo canto las pinturas del libro,
lo voy desplegando,
soy cual florido papagayo,
hago hablar los códices,
en el interior de la casa de las pinturas.