

Dice Platón -que dice Sócrates- en el Cratilo que los primeros hombres que habitaron la Hélade reconocieron como sus dioses a los astros y que como los veían desplazarse, correr en el cielo -en griego thein- los llamaron Theoi.
En el mismo diálogo, por la pura etimología de la pura Luna -selanaia- Platón da fe de la doctrina que enseñó Anaxágoras como nueva y que ya era vieja en las palabras: la Luna recibe su luz del Sol, y no la tiene propia. Selas neon kai enon aei: la luz que recibe la luna es siempre nueva y siempre vieja...
Y el hombre, con la palabra que lo nombra, anthroopos, sería el contemplador de lo que ha visto -anathroon a opoopen-
Y lo que ha visto tantas veces, noche a noche, ha sido el cielo estrellado, habitado por dioses que se desplazan, en el lento e inexorable correr que, dice Platón en el Cratilo, les dio nombre.