Los alejandrinos del primer siglo antes de nuestra era se hubieran sentido en su ambiente esa tarde lluviosa del 30 de junio de 2007 en que la Librería Porrúa y Editorial Norma presentaron mi novela “Querida Alejandría”. A los alejandrinos les gustaba detenerse a hablar de literatura, filosofía y cosmología mientras revisaban el entramado de alguna fina tela en el mercado o sopesaban la calidad de un rollo de papiro.
De papiros y de libros, de bibliotecas y sueños conversamos esa tarde. La presentación fue organizada espléndidamente por Columba Domínguez y Tere Bernal, de Librería Porrúa y corrió a cargo de Gloria Silvia Pérez del Valle, presidenta de la Asociación de Amigos de la Biblioteca de Alejandría y de Lorenza Estandía, editora de Literatura Infantil y Juvenil de Norma. El personal del Palacio de Hierro armó un escenario espectacular en el que los libros lucían como joyas: la portada granate del libro atraía a los numerosos clientes de la tienda, quienes casi sin darse cuenta se encontraban subidos en la alfombra mágica de la palabra y la evocación de la perdida Alejandría.
Alejandría encontrada en el diálogo entablado, en las referencias a Cleopatra y Antonio, a la Historia, la Arqueología y la Memoria. Asombro de poder participar, a través de la palabra, en los acontecimientos del pasado, en recrearlos y darles sentido. Considerar el destino de la protagonista de la novela, Cleopatra Selene, como el de alguien muy próximo y entrañable, como la niña que al escribirle a su ciudad perdida convierte a los lectores en sus confidentes.
Presentadores y público tomamos el tono de la confidencia, de la confianza y nos vimos sentados y parados en semicírculo, a la manera de un teatro alejandrino, respirando las brisas de la imaginación y tendiendo entre nosotros esos lazos de amistad y de conocimiento profundo que disfrutan quienes han leído, comentado y enriquecido el mismo libro.
De papiros y de libros, de bibliotecas y sueños conversamos esa tarde. La presentación fue organizada espléndidamente por Columba Domínguez y Tere Bernal, de Librería Porrúa y corrió a cargo de Gloria Silvia Pérez del Valle, presidenta de la Asociación de Amigos de la Biblioteca de Alejandría y de Lorenza Estandía, editora de Literatura Infantil y Juvenil de Norma. El personal del Palacio de Hierro armó un escenario espectacular en el que los libros lucían como joyas: la portada granate del libro atraía a los numerosos clientes de la tienda, quienes casi sin darse cuenta se encontraban subidos en la alfombra mágica de la palabra y la evocación de la perdida Alejandría.
Alejandría encontrada en el diálogo entablado, en las referencias a Cleopatra y Antonio, a la Historia, la Arqueología y la Memoria. Asombro de poder participar, a través de la palabra, en los acontecimientos del pasado, en recrearlos y darles sentido. Considerar el destino de la protagonista de la novela, Cleopatra Selene, como el de alguien muy próximo y entrañable, como la niña que al escribirle a su ciudad perdida convierte a los lectores en sus confidentes.
Presentadores y público tomamos el tono de la confidencia, de la confianza y nos vimos sentados y parados en semicírculo, a la manera de un teatro alejandrino, respirando las brisas de la imaginación y tendiendo entre nosotros esos lazos de amistad y de conocimiento profundo que disfrutan quienes han leído, comentado y enriquecido el mismo libro.