El 31 de mayo de 2007, gracias al entusiasmo de Gloria Silvia Pérez del Valle, Presidenta de la Asociación de Amigos de la Biblioteca de Alejandría, presentamos en la Pinacoteca de la Profesa "Querida Alejandría". Lo que sigue son los fragmentos finales de lo que se dijo en una velada llena de emociones y esperanzas:
Podría estar hablando mil noches y una... pero tal vez lo que más quiero resaltar en esta oportunidad inolvidable que me brindan ustedes, son dos procesos y un entusiasmo:
Uno, el de edición y publicación de “Querida Alejandría”. Con Cristina Puerta, de Editorial Norma, María Cristina Rincón de Fundalectura en Colombia y Lorenza Estandía de Norma México y con un huracán llamado Gloria Silvia Pérez, presidenta de AABA... tuve la oportunidad de vivir la maravillosa experiencia de sacar a la luz un libro.
Uno, el de edición y publicación de “Querida Alejandría”. Con Cristina Puerta, de Editorial Norma, María Cristina Rincón de Fundalectura en Colombia y Lorenza Estandía de Norma México y con un huracán llamado Gloria Silvia Pérez, presidenta de AABA... tuve la oportunidad de vivir la maravillosa experiencia de sacar a la luz un libro.
Un libro.
No unas hojas con pasta y pegamento, sino un libro. Esa entidad salida de la psique que es como el genio en la botella: sólo sale para quien sabe abrirlo. Y quien sabe abrirlo –escribirlo o leerlo, es igual- sueña y respira hondo, a pleno pulmón poético porque encuentra la juventud de las imágenes del mundo.
El otro proceso lo acabo de vivir y aconteció en Colombia. En la Feria del Libro de Bogotá y en los colegios que visité encontré un entusiasmo insólito para mi experiencia como escritora de literatura juvenil: niños de todas las edades, maestros y maestras vibrando con este libro que no es más que una ventana de memoria, un atajadero para mirar el tiempo y descubrir lo que Borges llamó “el oro de los tigres”: Oh ponientes, oh tigres, oh fulgores del mito y de la épica... Lo que vi en Colombia fue el mundo clásico clavando su dardo de belleza infinita –y transfigurándolos- en los niños y jóvenes del siglo 21, sí, los del celular y el ipod, los de Internet y los videojuegos.
El entusiasmo con el que termino es el de la AABA. Su entusiasmo por un país milenario y eterno representado en México por el Excmo. Embajador Aly Houssam El Din El Hefny, quien con una generosidad extraordinaria y una vocación vigorosa de diálogo cultural manifestó su interés por traducir esta novela a la hermosa lengua árabe. Lengua sobre lengua, letras sobre letras, culturas abrazadas que no pueden sino estremecer. ¿No fue la antigua Alejandría la ciudad de las cien lenguas? ¿No descendemos nosotros, latinoamericanos, del Islam andaluz que comentó a Aristóteles? ¿Nuestras fuentes, nuestros patios, tantas nuestras palabras –las laboriosas y aromadas con jazmines- no son la nostalgia de Al Andalus? Y del otro lado del mundo, Jaime Nualart, embajador de México en Egipto, nos dio la satisfacción de recibir la novela –llevada por Gloria Silvia Pérez- con un orgullo y emoción profunda que aún nos tienen temblando.
Con Cristina, María Cristina, Lorenza, Gloria, el alma de Colombia y el entusiasmo de Egipto he vivido meses de maravilla en los que este libro se hizo hermoso, se hizo grande y bienaventurado gracias a ellos. Lo soñamos y lo respiramos hondo en un vaivén que parecía un cante de ida y vuelta y que dio como resultado lo que no han podido hacer los arqueólogos con la tecnología del siglo XXI, traer al presente, trémula de vida, como recién salida de las manos del sueño, a nuestra Querida Alejandría.
El otro proceso lo acabo de vivir y aconteció en Colombia. En la Feria del Libro de Bogotá y en los colegios que visité encontré un entusiasmo insólito para mi experiencia como escritora de literatura juvenil: niños de todas las edades, maestros y maestras vibrando con este libro que no es más que una ventana de memoria, un atajadero para mirar el tiempo y descubrir lo que Borges llamó “el oro de los tigres”: Oh ponientes, oh tigres, oh fulgores del mito y de la épica... Lo que vi en Colombia fue el mundo clásico clavando su dardo de belleza infinita –y transfigurándolos- en los niños y jóvenes del siglo 21, sí, los del celular y el ipod, los de Internet y los videojuegos.
El entusiasmo con el que termino es el de la AABA. Su entusiasmo por un país milenario y eterno representado en México por el Excmo. Embajador Aly Houssam El Din El Hefny, quien con una generosidad extraordinaria y una vocación vigorosa de diálogo cultural manifestó su interés por traducir esta novela a la hermosa lengua árabe. Lengua sobre lengua, letras sobre letras, culturas abrazadas que no pueden sino estremecer. ¿No fue la antigua Alejandría la ciudad de las cien lenguas? ¿No descendemos nosotros, latinoamericanos, del Islam andaluz que comentó a Aristóteles? ¿Nuestras fuentes, nuestros patios, tantas nuestras palabras –las laboriosas y aromadas con jazmines- no son la nostalgia de Al Andalus? Y del otro lado del mundo, Jaime Nualart, embajador de México en Egipto, nos dio la satisfacción de recibir la novela –llevada por Gloria Silvia Pérez- con un orgullo y emoción profunda que aún nos tienen temblando.
Con Cristina, María Cristina, Lorenza, Gloria, el alma de Colombia y el entusiasmo de Egipto he vivido meses de maravilla en los que este libro se hizo hermoso, se hizo grande y bienaventurado gracias a ellos. Lo soñamos y lo respiramos hondo en un vaivén que parecía un cante de ida y vuelta y que dio como resultado lo que no han podido hacer los arqueólogos con la tecnología del siglo XXI, traer al presente, trémula de vida, como recién salida de las manos del sueño, a nuestra Querida Alejandría.