En un sueño de palabras...

Entre dos orillas: cuando la literatura se convierte en vida

20 nov 2018

-Quise ser yo mismo un puente, 
quizá sea pecado de soberbia, 
quise ser el enlace entre dos mundos…

(Anabel Sáiz Ripoll. Entre dos orillas.)


Anabel Sáiz Ripoll
Entre dos orillas
Algar Joven
España, 2018


He leído Entre dos orillas, de Anabel Sáiz Ripoll, en Ecuador, en el Techo del Mundo, mirando vagar las nieblas de los Andes. Elegí la altiva ciudad de Quito para darme el regalo inmenso de esta lectura que rescata la voz y el alma del Inca Garcilaso de la Vega.

Anabel ha hecho un milagro con la historia, las crónicas, los viejos papeles amarillentos, la voluntad de aniversario del 2016 y su afortunada incursión entre los jóvenes lectores de Hispanoamérica con sus novelas sobre Don Quijote y el Cid Campeador.* Anabel Sáiz ha convertido la literatura en vida y no solo ha traído del olvido al Inca Garcilaso, sino que, como hiciera Marguerite Yourcenar con Adriano, lo ha convertido en su mejor amigo.

Para ir en busca de la memoria, la autora se convierte en Catalina, personaje no histórico que vive su niñez al lado del Inca y su hijo Diego. Así, se hace presente en ese pasado para recoger la nostalgia de Garcilaso por Cuzco, el conflicto de vivir entre dos mundos que se afirman en tanto que se niegan, intentando dibujar una armonía.

Se nos hace entrañable el Inca desde la pluma de Catalina. Monja que recuerda su tiempo y lugar, esa Córdoba sultana y llana a la que llega Garcilaso a vivir, entre viajes a Madrid e intentos de explicarse a sí mismo y a los demás lo que significa ser mestizo en la España de los Austrias.

Leído el libro así, como decía, en Quito, en el año 2018, cuando las comunicaciones han abolido la distancia, Entre dos orillas se me revela como una de las lecturas indispensables en el proyecto educativo de nuestras naciones hispanoamericanas. Porque desde la lengua española, tesoro que la escritora de Tarragona aquilata y pule con amor de orfebre en todos sus textos, el Inca rememora la cultura de los Andes y al así hacer, nos enamora de las dos orillas, la española y la americana, y desde una y otra, no podemos sino exclamar, en versos del otro Garcilaso:

Yo no nací sino para quereros,
mi alma os ha cortado a su medida.

Nuestras dos orillas tienen con Don Garcilaso de la Vega, el Inca, una deuda que el libro de Anabel contribuye como pocos a saldar. Su persona fue el teatro generoso del encuentro, lucha y conciliación de dos ríos impetuosos y bellos de caudal inagotable. Ha partido de Anabel Sáiz Ripoll, desde España, una iniciativa generosa para comprender y valorar nuestra polifacética cultura, urdida con hilos del Mediterráneo y del Anáhuac, de Tartessos y del Tahuantinsuyo, de Al Andalus y del Cuzco y más palabras-lugares infinitas que nos brotan en este libro en que el Inca habla a través de la memoria de la monja Catalina.

A destacar siempre la prosa de Anabel Sáiz Ripoll, escritora que como el Inca vive entre la orilla catalana y la orilla castellana, que a las dos honra y cuyo regalo nos entrega línea a línea, como esas pinturas de la escuela española que nos incorporan en su ambiente y eternidad a la primera mirada:

"A través de las celosías veo el mundo pasar. Contemplo un pedazo de cielo, no siempre azul, es verdad, pero sigo respirando por las mañanas. Algunas veces las nubes ocultan la luz, otras el viento agita las ramas de los árboles del claustro. Hay un viejo ciprés en el centro que resiste, impertérrito, cualquier vaivén. Así quisiera ser yo misma. Observo algunas aves que, presurosas, van de un lado a otro. Son libres, pueden volar, decidir su destino. Van y vienen según las estaciones. Bandadas de estorninos que buscan tierras cálidas o golondrinas que retoman a su nido. Nadie les pregunta quiénes son ni qué buscan. Son libres para volar."

Anabel se hace presente en la vida del Inca a través de su novela. Nos entrega por lo tanto, tiempo sagrado, tiempo para urdirnos un origen, para situarnos en un principio. Para comprender la intencionalidad de una vida que, como la del Inca Garcilaso dela Vega, quiso ser, fue y es un puente, un enlace entre dos mundos.


*El sueño del hidalgo y Tierra de héroes, publicadas por Enlace Editorial en Colombia en 2016.