La puerta de los Templarios
(Calle del Timó)
Siglo XIII
En tiempos del rey don Jaime
Primero, el Conquistador,
los templarios conocieron
en Barcelona esplendor.
Tuvieron castillo y plaza,
una iglesia majestuosa
-está ahora dedicada a
la Virgen de la Victoria-.
Los valientes caballeros
que transformaron el mundo
y que estaban iniciados
en las artes de lo oculto,
obtuvieron del rey Jaime
un favor muy apreciado:
que les abriera una puerta
para su propio cuidado.
Así en la misma muralla
de la romana Barcino
se abrió una puerta templaria
que ha resistido los siglos.
Por ella los caballeros
sin decirle nada a nadie
iban en pos de sus sueños
por los campos catalanes.
Cayó el castillo, la estrella
de los templarios menguó,
a ellos que hicieron la guerra,
la guerra los destruyó.
No volvieron a Judea,
ya no buscaron el Grial,
perdieron poder y gloria,
el tiempo los dejó atrás.
Mas su puerta, en Barcelona,
en la calle del Timó,
los recuerda silenciosa…
en el nombre sea de Dios.