Siglo IX
El rey Gomir
(Calle del Regomir)
Cuando el rey Luis el Piadoso
dominó a los musulmanes
conquistando Barcelona
y asentando ahí sus reales,
un valiente gobernante
fue a postrarse ante sus pies
admitiendo su derrota,
sometiéndose a su ley.
—Nuestra estrella se ha apagado
—dijo el jefe musulmán-
y perdimos Barshiluna
para siempre y por jamás.
Yo pido de tu clemencia,
oh hijo de Carlomagno,
dejes a mis sarracenos
vivir en paz en el campo.
Para mí solo suplico,
de rodillas, rey cristiano,
que permitas que me quede
en mi casa y en mis patios.
Si me voy de Barshiluna
mi corazón moriría,
he vivido en ella siempre,
es mi vida y mi alegría.
—Dime tu nombre primero,
pues no sé a quién perdono.
—Que yo soy el rey Gomir,
el más triste rey de todos.
Aceptó el rey carolingio
y retornó a su país,
antes quitó las cadenas
del cuello del rey Gomir.
Suspiró el rey musulmán
y aceptó ser prisionero
para siempre en su morada
sin banquetes ni dinero.
Así transcurrió su vida
nunca volvió a ser feliz,
recuérdalo cuando veas
la calle del Regomir.