En un sueño de palabras...

Kei y el Coloso de Rodas: El punto cero. Reseña de Anabel Sáiz Ripoll

12 jun 2019


Fuente: Voces de las dos orillas

"Kei y el Coloso de Rodas"
María García Esperón
Ilustraciones. Alejandro Herrerías,
Norma, 2017

Kei es un niño de 12 años, muy despierto. Hijo de madre mexicana y padre japonés, es muy aficionado a la mitología. Un buen día, sin que su madre se diera cuenta, en el mercado, un anciano de barbas blancas le ofrece un misterioso reloj. Kei, al darle vueltas, se siente transportado a otro mundo, muy lejos del suyo, del S. XXI. Aparece, ni más ni menos, en la antigua Rodas. Y aquí comienza la historia.
De una manera natural coincide con Cares, el ingeniero, y este le explica sus cuitas y sus problemas actuales, así como la gran batalla que libró Rodas y el deseo que él tiene de conmemorarla. por otro lado, el caronte lo acusa de traición y a punto está de condernarlo a muerte. Mientras, la hija del Caronte, Berenice, coincide con Kei y, ambos, se hacen amigos. Berenice decide ayudarlo más aún acaban con nuevos problemas, pero la magia de reloj es única. Kei y Berenice viajan en el tiempo hacia el futuro y, desde allí, son capaces de entender mejor los designios del dios Helios quien los regresa de nuevo a Rodas. El caronte, convencido de que Kei es el emisario de Helios, el dios de Rodas, decide liberar a Cares quien tiene un único deseo: realizar la obra mayor hecha por hombre alguno para honra de Helios y admiración de los posibles enemigos. Se trata del Coloso. En plena construcción, el aya de Berenice les explica la historia de Faetón. También no es ajeno al relato el gran Alejandro Magno. Kei acaba entendiendo que el reloj le permite, si le da vueltas, ir hacia delante o hacia atrás, pero no siempre responde como él quisiera. Logra, al fin, regresar en el tiempo pero se encuentra a una Berenice anciana quien ahora es sacerdotisa de Helios y le explica por qué el Coloso se ha derrumbado. Kei siente que ha fallado a Cares al no saber ayudarlo para que su obra aguantara eternamente; pero el propio dios Helios lo saca de dudas. Todo tiene, en la vida, una razón de ser y nada es casual.
"Kei y el Coloso de Rodas" muestra cómo es posible unir disntintos mundos y distintas culturas porque, en el fondo, son la misma. Kei muestra que el sol de México, el sol de Japón y el propio sol-Helios de Rodas conforman un mismo deseo y un mismo anhelo, que es el de propiciar un nuevo mundo, sin fronteras, sin barreras, sin prejuicios.
Escrito en tercera persona, el relato se divide en varios capítulos que van girando según las manecillas de ese reloj que es, sin duda, el regalo de un dios. Es un texto ameno para los niños,  quienes va dirigido, pero cargado de referencias culturas y de una exhaustiva documentación. María García Esperón juega con la vida cotidiana de Kei, con sus gustos, sus afectos hacia su padre y su madre y sus ocurrencias de niño y es capaz de ponerlas en comparación con las gestas heroicas de Alejandro Magno o del propio Faetón. Como bien piensa el pequeño, Faetón es como si él mismo le hubiera pedido pilotar el avión a su padre, así hizo Faetón con el carro de Helios, pero se equivocó porque hay un tiempo para todo y un momento para crecer y otro para jugar. El propio dios le explica por qué le ha sucedido ese hermoso sueño: "Para que al maravillarte, unieras los mundos en tu propio cuerpo". Y le pide que deposite el reloj a sus pies como una ofrenda, en las XII, porque tal vez de nuevo sea necesario.
Interesa también el valor simbólico del reloj que incide en uno de los temas eternos que más nos preocupa, el tiempo y su paso veloz. Para Kei es como si cerraran los círculos temporales se encuentra de nuevo con Berenice y ya no es una niña, sino una anciana.
"Kei y el Coloso de Rodas" es, en el fondo, una promesa; la promesa de un futuro mejor que solo los niños, como Kei, inocentes y limpios de corazón, podrán lograr. Ciertamente, el libro nos ofrece un viaje lleno de emoción y siempre maravilloso. Kei, cuando regrese ya no será el mismo, porque sabe del pasado y también del futuro y aguarda con los ojos limpios un nuevo amanecer.