En un sueño de palabras...

Jornadas Pellicerianas 2019: Punto de partida, por Rodolfo Jiménez

25 feb 2019


Punto de partida 


Por: Rodolfo Jiménez 

Hoy 23 de febrero cerramos un ciclo en conmemoración del cuarenta y dos aniversario luctuoso del poeta de américa, Carlos Pellicer Cámara; los tabasqueños volvimos a ser francos a expresarnos, abrazar al extranjero y a reflejarnos en una cosmovisión que sigue presente en línea recta al futuro. Nuestro legado cultural se encuentra hoy en un punto de partida.   

Yolanda Osuna Huerta, presentó el programa de las Jornadas Pellicerianas en donde las lecturas de obra, conferencias, presentación de libros, talleres, exposiciones pictóricas y recitales poéticos conmemorarían la obra y vida del promotor de la cultura de América Latina.  

Tres grandes momentos que fungieron cual tales testigos de las diferencias, las similitudes y la gran comisión; miradas de hoy que cuentan la historia del reconocimiento y la afirmación de la jornada pelliceriana que reuniera un cumulo de talentos como caracolas a las orillas del mar, y que en su momento se dispersarán  para contar con diferentes sonidos el arte de la poesía en el sur- sureste.  

Al marcador del lápiz, de pluma o pincel en los lienzos la métrica, pintando poemas de Singler, Cabrera, Arellano, Galán, Pineda, Sierra, García, López. Alphand y Briones; desde su arribo a dulce lima, lo del pintor es y los poetas entraron y a puerta cerrada se encontraron. 

Mientras tanto en una gran ceiba, se reunieron la cigüeña jaribú, el ave sol, la guacamaya roja, el loro cabeza amarilla y el águila tirana; juntas mostraban la belleza de sus plumajes con la misión de agradecer al creador por tan bello don. Érase una vez un amor, una misma familia. 

Había llegado el momento, Sonaron las voces, cantaron las aves en la tierra santa, invitación al vuelo. 

El viento en los ojos de Homero, nublo tan hermoso momento en aquel lugar, a lado de un gran río caballero. 

El  águila tirana era sensitiva, hábil y  dotada de gran sonido, el momento de la enseñanza había llegado, los talleres de ese gran árbol de poesía azteca, mostraron la   anatomía  del arte del neotrópico.  

Todas preparaban su poética de viaje  para cruzar la frontera sur, migración e identidad, características comunes de su peregrinar; juntas cantaron a la luz de la luna y al sonido de aquel tranquilo río, cerraron sus ojos y descansaron extasiadas en verdad. 




Al despertar recorrieron el Parque Museo de La Venta dispuestas a recorrer el majestuoso hábitat que un ilustre poeta, había creado para admirar el legado de una civilización a través de un camino con huellas.

Participaron todas las aves, presentaron sonetos y canciones para todas las especies, dieron pausas, compartieron sus plumas y recordaron de aquel lugar al viento tu pelo que huele a lima, La poesía de Tabasco.

Samantha, la niña que escucha la mar, desde su jacal  admiraba perpleja aquel momento donde las aves que nunca había visto resonar, se comunicaban a través de sonidos, de movimientos, de plumas y colores encendidos.




Quieta, cautelosa de su padre quien vivía a puro tequila a gogo; y al miedo de su reproches al despertar, ella con el tiempo religado, había causado un despertar que sin  querer desde su interior nacía para poder cantar sin parar.

La aves inteligentes se acercaron a ella, conversaron con gran fastuosidad, alineadas en tono métrico tocaban al dos, veinte, veinte  el canto para iniciar desde la despedida un punto de partida.   



Rodolfo Jiménez

Estudiante de Doctorado en Administración educativa. Investigador en Ciencias Sociales
@boozrolf
Villahermosa, Tabasco