Yo nací el 7 de agosto de 1964.
Ahora que me aproximo al siglo azteca (la cuenta de 52 años) he sentido la necesidad de acercarme a los templos del tiempo en la ciudad sagrada de Teotihuacan.
La contemplación del templo de Quetzalcóatl y andar sobre el Miccaontli o Calzada de los Muertos me entregó a las huellas de nuestros antepasados.
No es verdad que venimos a vivir en la tierra.
Sólo venimos a soñar.
Pero también es verdad que podemos despertar
aquí, sobre la tierra,
y en un sueño de palabras.