La presentación de Diccionario de Mitos Clásicos el 11 de noviembre en FILIJ fue una vibrante celebración del poder de los mitos y de la alegría de haber hecho realidad este sueño en conjunto con El Naranjo, Amanda Mijangos y Aurelio González Ovies.
Ana Laura Delgado emocionó a los asistentes con la pasión por los libros que la caracteriza. El arte de Amanda Mijangos resplandeció y de seguro conquistará alos lectores de todos los países con su lenguaje universal.
El poeta asturiano Aurelio González Ovies envió unas sentidas palabras para esta ocasión, que pude transmitir con todo su calor a quienes se reunieron esa mañana en el Foro de Café y Letras para acompañarnos en el lanzamiento de Diccionario de Mitos Clásicos:
DICCIONARIO DE MITOS. María García Esperón. Amanda Mijangos. Aurelio González Ovies
Necesitamos diccionarios de términos bellos e ilusiones en desuso. Índices de lo que somos y de dónde venimos. Volúmenes que nos expliquen los estrechos caminos de la existencia y nos justifiquen los altibajos de la dicha y lo absurdo, de la necedad y el acierto. Necesitamos divinidades que sigan alentando nuestro día a día con su soberanía y el vaho de sus artes mágicas. Dioses de cuyos ojos descienda la lluvia y de cuya melancolía se genere la nieve y su blancura. Seres extraordinarios con el océano en sus manos y las largas temporadas del olvido en su mirada. Con el color del ocaso en su respiración y el carácter del trueno en sus convencimientos.
Es necesario abrir bien los oídos bajo la alta noche, con mucho empeño, y escuchar, en silencio, las muchas vocecillas que nos encienden la luna y nos colocan, una a una, las estrellas; diminutos seres inmortales que se encargan de dar fosforescencia a las luciérnagas tenaces y de engarzar nuestros destinos en los vilanos de la fascinación y de precisar el ritmo de nuestros corazones.
No podemos perder de vista la sabiduría de los antiguos ni la grandeza de los mitos, porque en ellos están las claves del éxito y de la insatisfacción, la recompensa de la victoria y el castigo del desacatamiento. En ellos, en los personajes divinos y sus avatares, se forja todo lo nuestro, el enigmático asunto y trasunto humanos.
Nuestro diccionario, editado con gran esmero y exquisitez por la editorial El Naranjo e ilustrado tan magistralmente por Amanda, a las que agradeceremos siempre su atención, su apoyo y su ingenio, nuestro diccionario –digo– no pretende más que acercar a los más pequeños y jóvenes, pero también a los mayores, a este mundo maravilloso de la mitología clásica, un ámbito que jamás debiera estar ausente en los planes docentes y educativos, pues los mitos nos hablan tanto del pasado como del presente, siempre atemporales, y nos hablan no de temas ajenos, sino de valores imprescindibles, de la virtud y del amor, de la ambición y del apego.
Por ello, es tan imposible como inadmisible que las sirenas dejen de seducirnos con su música ancestral, tan necesario como legítimo que los poetas, conocedores de su infinitud y de la memoria colectiva, continúen reviviéndolos y transmitiéndolos, para que nuestra imaginación no empobrezca ni entorpezcan más nuestras costumbres y nuestra equivocada obstinación. Para que seamos capaces de dar sentido a lo irreal y profundidad a lo útil y transcendente. Para que nunca demos la espalda a que verdaderamente merece la pena y la vida: ídolos que no solo sean marcas vanas y consumibles, que no se compren ni se vendan, que no se intercambien interesadamente, que no conlleven ingredientes nocivos. Ídolos de carne y hueso, con nombre propio o común, de esos que sufren y luchan y caen y se levantan y consiguen, al fin, una victoria, una patria, una casa, un trocito de pan o un caluroso abrazo. Porque ahí están también los héroes, levantando la gran roca que oprime las pequeñas grandes cosas: el sol y la salud, las estaciones y el frío; los héroes que abrillantan y sostienen el peso ingente de nuestra épica diaria: los anónimos que nos barren las calles de la rutina y nos procuran limpieza, los que amasan el pan para empezar el día, los que aún persiguen la esencia y la perfección, los que nos suministran benevolencia y equilibrio, los que nos dotan de humanismo y espiritualidad…
Si este diccionario consigue solamente atraer la atención de quienes nunca se habían asomado a los acantilados de las leyendas de los clásicos grecolatinos, habremos triunfado. Y si estas primeras vistas les animan a embarcarse y cruzar los horizontes homéricos, será triplemente satisfactorio para nosotros, los autores e ilustradora, y para nuestras mecenas, indispensables en esta empresa editorial, empresa de riesgo hoy en día y, por tanto, labor de héroes o heroínas. Gracias sinceras. (Aurelio González Ovies)
Con Raúl, de Zorro Rojo, que adquirió nuestro Diccionario |
Mucha felicidad en el stand de El Naranjo en FILIJ |