Es un libro lleno de poesía e impregnado de libertad. Un texto sin fechas ni edad, trémulo de emociones. Carmina nos sabe a sueño y nos lleva de la mano al manantial de nuestra infancia. Al olor y al color de nuestras soledades infantiles, llenas de preguntas y en las que el vacío de las pérdidas se convierte en el terreno donde brotan los árboles de nuestra más íntima y verdadera poesía.
L. Oliver Miranda Charles ha escrito este libro con la mano del alma y Claudia Navarro lo ha ilustrado con suma delicadeza. Ambos nos entregan los paisajes celestes de la infancia, su sabor a principio y su inmortal amor. Leo y su abuela -tan pronto anciana como niña en un parpadeo- nos suben a las altas cimas de la infancia y nos asoman a los lagos plácidos de la ensoñación en que el niño se refugia y se reinventa para superar esos golpes que recibe toda vida.
De ese niño que dibuja y que anhela a esos ojos que han de apagarse y que se sienten habitados por la belleza de los recuerdos hay un puente muy sutil que se llama eternidad, que se llama vida, y continuidad y compañía. Del nieto y de la abuela emana una muy sutil hierofanía: una manifestación de lo sagrado en la cotidianidad, una flor rara y preciosa que le brotó al autor en la infancia y que ahora, adulto, recuerda, transmuta en poesía y confía a las páginas de su Carmina:
"Carmina fue recordar aquellos días cuando no entendía por qué papá y mamá discutían, fue recordar mis sueños. Tener más preguntas que respuestas todo el tiempo.Recordar al niño que fui. Por otra parte, también ha sido enfrentarme al olvido, al paso inexorable del tiempo."
Enfrentarse al olvido y vencerlo, meditar sobre el tiempo y tratar de comprenderlo, volver atrás los ojos y distinguir esas sombras que alumbraron tantas luces. Tributar, ofrendar, agradecer, preguntar...
"¿Ya nadie mira las estrellas...?María pregunta y nadie responde.Leo cree que las estrellas son el mejor lugar para vivir".
Así, con esa naturalidad, Leo y María emprenden el viaje cósmico. Y nosotros con ellos, a través de los paisajes de Claudia Navarro, tan llenos de cielo, tan llenos de alma, como cada una de las palabras que componen el texto de Oliver. Imaginación y Memoria. Memoria y Poesía se funden en el mismo sabor:
"Leo recuerda sabores y los sabores le traen recuerdos..."
Carmina es nuestra alma que recuerda, nuestra alma que sueña. Y su poesía nos vincula a la infinita belleza de un mundo que siempre se puede recuperar.
Carmina
L. Oliver Miranda Charles
Ilustraciones de Claudia Navarro
AndaLee Ediciones. México. 2019
