Hay personas llenas de magia y de humanidad y Martha, del Restaurante Velada de Barcelona, hizo de mi cumpleaños en la ciudad una fiesta de generosidad más allá de las palabras.
María García Esperón
Siempre el pasado me aguarda en el futuro. Le temps revient.
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El Velo de Helena en San Luis Potosí
Lorenzo en Mujeres con Historia
La refinada intelectual argentina Susana Peiró, en su ya legendario espacio "Mujeres con Historia", ha posado sus ojos sobre mi novela Lorenzo, que agradezco desde el fondo de mi corazón:
...Y un día, en la mágica Italia, Lorenzo le habló a María en el oído. Le contó bellas y desconocidas historias sobre los grandes maestros: Botticelli, Gozzoli, Ghirlandaio, Verrocchi; la sedujo con los jóvenes Miguel Ángel y Leonardo y la llevó a pasear con Poliziano, Marsilio Ficino y Pico della Mirandola. (Susana Peiró)
El patio gótico del Museo Frederic Marès
Este bello patio con elemento arquitectónicos góticos pertenece a una casa del siglo XV que estaba en la calle de los Templarios y trasladada a lo que ahora es el museo Frederic Marès. El pozo, la escalera, las lápidas de los caballeros colocadas en los muros convierten este sitio en un lugar mágico para escuchar el murmullo del tiempo.
La Casa del Ardiaca
La Casa del Ardiaca en Barcelona es todo un compendio de la historia y el espíritu imaginativo de la ciudad a lo largo de los siglos. Prácticamente empotrada en la muralla romana, es gótica, renacentista y modernista. Un elemento muy atractivo es el buzón modernista que muestra golondrinas, yedra y una tortuga. Por haber sido la casa propiedad del Colegio de Abogados el buzón sería una alegoría satírica de la abogacía, que debiera ser ágil como el vuelo de las golondrinas pero se enreda en la yedra y es lenta como la tortuga.
Otro elemento llamativo es la figura de San Roque con su perro albergada en un nicho alto. El perro es azul pues en una de sus restauraciones el artesano preguntó de qué color debía pintarlo y le respondieron, también en broma"Píntelo de azul". Así quedó muchos años y al volverse al romper se tomó al decisión de teñirlo de marrón. La voz del pueblo clamó por su perro azul y así quedó, azul como el cielo de Barcelona.
Volvemos a la tortuga del buzón, que muestra su caparazón alisado. Esto se debe a la costumbre o rito de tocarla con la mano para atraer la buena suerte... o contrarrestar la mala suerte que podría atraer ver la calavera del puente del Bisbe por segunda vez. Así, ya que se permite, más vale frotar el caparazón de la paciente tortuga del buzón de la Casa del Ardiaca en Barcelona.
Danc, el caballo de los Templarios
Por la Via Laietana en Barcelona llegamos ahora a la Plaza Ramón Berenguer el Grande, pues nos ha dado ternura y curiosidad la figura de su caballo. Se sabe que el conde de Barcelona fue el primer monarca hispánico en ordenarse caballero templario y se sabe también que, en su lecho de muerte, heredó a la Orden un castillo, equipo militar y sobre todo, a Danc, su caballo. Y así lo vemos en la Plaza Ramón Berenguer, a la sombra de la torre de la Capilla de Santa Ágata y la muralla romana cumplir sus sueños de caballo de los templarios en la antigua Barcelona.
Alegría
La alegría es comprender,
en el camino de la vida,
que la vida es un camino
y el camino es la alegría.
MGE
Salomón ben Adret, el rabino de Barcelona
El call es en Barcelona el barrio judío. La palabra proviene de calle o callejón estrecho. Existió una vigorosa comunidad judía desde el siglo XI. Encontramos la calle que lleva el nombre de Salomón ben Adret. Fue este una de las personalidades más espectaculares de la Edad Media. Vivió en el siglo XIII y fue un rabino consultado por las comunidades israelitas del mundo conocido. Nació y murió en la ciudad y fue durante 40 años el rabino de Barcelona. Fue guardián de la ortodoxia en el estudio del Talmud. Se opuso a la excesiva influencia de la filosofía de Aristóteles y a las derivaciones ocultistas y mágicas con que se abordaba la Cábala hebrea. Salomón ben Adret fue uno de los pensadores más influyentes de la Edad Media y Barcelona, agradecida, le rinde homenaje.
La sangre de Gifré
En el Museo de Historia de Catalunya, en Barcelona, se encuentra una recreación del mito fundacional más conocido. El conde Gifré el Pilós yace herido, al cuidado del rey Luis el Piadoso -hijo de Carlomagno-. El rey hunde la mano en la herida de Gifré y con los dedos tintos en sangre, en un escudo recubierto de oro traza las cuatro barras que son el escudo de Catalunya. Es verdad que los mitos son aquello que nunca exitió pero que ocurre siempre, y en la recreación del museo barcelonés, Gifré y Luis, rodeados por las estrellas componen para siempre el escudo de los catalanes.
El Templo de Augusto en Barcelona
Lo llamaron El Milagro y está en la calle del Paradís en Barcelona. Es el Templo de Augusto. Atraídos por una música que parecía brotar de las paredes, entramos al recinto y nos sorprendimos de encontrarlo vacío. Una inusitada comunión de espíritu. Las columnas monumentales del Templo de Augusto nos cuentan su historia. Durante la Edad Media y los siglos que siguieron, estuvieron los restos del templo contenidos por edificios de otro signo. Así se conservaron y las vemos, admirando su misterio. Barcino. Barcelona. El Templo de Augusto en la calle del Paraíso.
Del infierno al paraíso
Buscamos la calle del infern, que según las referencias antiguas debiera estar entre la calle de Ripoll y la Riera de San Juan y recordamos una leyenda peculiar, de un labrador que se vio envuelto en un terrible problema económico debido a la mala fe de un notario y que, buscando poner remedio a su situación es tentado por el diablo y llevado al infierno, donde encuentra el espíritu atormentado del notario y al implorar la ayuda del cielo, es conducido a la salida y aparece en Barcelona en la calle del Infern. Actualmente la calle ya no existe, pues fue demolida por las obras de la Vía Laietana.
Por lo pronto, llegamos a la Catedral de Barcelona y pensamos que, ya que no pudimos llegar a la calle Infern sí lograremos arribar a la calle Paradís. Seguimos por la calle de los condes, señorial y magnífica, llegamos al a calle de la Piedad, donde se levanta la capilla de Santa Águeda, preciosa y espiritual... y por fin nos adentramos a la calle Paradís, que nos lleva al Templo de Augusto. Una placa señala que nos encontramos en la cima del Monte Táber, a la altura de 16,9 m sobre el nivel del mar. No nos dimos cuenta que, buscando el infierno escalamos la cima de un monte que en el mismo centro de la Barcelona romana, nos llevó al paraíso.
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