Sueños y Despertares (Tras las huellas de Antonio Machado 1875-1917)
Anabel Sáiz Ripoll
Colección DosOrillas
Amazon Publishing
2017
En Sueños y Despertares (Tras las huellas de Antonio Machado 1875-1917), la escritora española Anabel Sáiz Ripoll reconstruye con tanto amor como conocimiento los primeros años de un poeta que tantos llevamos en el el corazón.
Por su sabiduría, por su sencillez, por sus Cantares, don Antonio es tan de nuestras Dos Orillas como el Quijote y el Cid, como el Inca Garcilaso y como Rubén Darío.
Leer esta obra intensa y breve, inclasificable (¿novela?, ¿biografía?, ¿ensayo poético?) y mágica nos pone en la mirada de la poesía y nos traslada de una manera poderosa a Sevilla, a Madrid, a París y a Soria. Tiempo y espacio fundidos en los versos de Machado, cuyos sentidos Anabel sabe transparentar como pocos estudiosos de la obra del poeta.
Pero es que con Machado no se trata solamente de la obra, se trata de la vida. De su vida y de la nuestra, de la vida de España en esos años tan difíciles de principios del siglo veinte, de la vida del español como lengua capaz de alcanzar tales alturas como las logradas en la poesía de Antonio Machado.
La autora destila los versos del poeta con una fineza que conquista la sensibilidad. Su narración reconstruye espacios y voces aromas y sabores. Con la misma elegancia en varios momentos instaura en primera persona la voz de Antonio Machado. Y se nos antoja tan verdadero, tan real, tan él mismo, que le abrimos la puerta de nuestra casa y el resguardo de nuestro pecho para que llore sus profundas penas y con él lloramos por sus muertos: su padre, su buen padre, su hermanita Cipriana, su Leonor, la esposa niña, y el llanto se nos vuelve verso y están las lágrimas tan frescas, el dolor se aviva tanto, que aquilatamos en su dimensión quizá justa el valor de la vida y el poder de la poesía.
La obra se detiene en 1917. Estamos seguros que vendrá una segunda parte, que Anabel Sáiz Ripoll nos conducirá por los años de madurez de Machado y que veremos dibujarse el amor de nuevo y asistiremos al momento en que el poeta escribe las incomparables Canciones a Guiomar. Pero es que Sueños y Despertares debió terminar en 1917, cinco años después de la muerte de Leonor, porque esa ausencia fue muy grande y muy honda y debió colmarse con esos versos cuya infinita belleza solo puede concederla el sentido de la pérdida:
Soñé que tú me llevabas
por una blanca vereda,
en medio del campo verde,
hacia el azul de las sierras,
hacia los montes azules,
una mañana serena.
Sentí tu mano en la mía,
tu mano de compañera,
tu voz de niña en mi oído
como una campana nueva,
como una campana virgen
de un alba de primavera.
¡Eran tu voz y tu mano,
en sueños, tan verdaderas!...
Vive, esperanza, ¡quién sabe
lo que se traga la tierra!
Anabel Sáiz Ripoll ha creado en Sueños y Despertares el mejor marco para disfrutar y ahondar en la poesía de Machado, para comprender cómo la literatura se relaciona con la vida y cómo, en el caso de los poetas, es inherente a ella. Y su prosa, la de Anabel, discurre suave y compañera, al lado de los versos y su voz se funde con la de don Antonio en un tributo hermoso, de amor de lector, de ser humano agradecido porque haya poetas que, al elevarnos la lengua a esas alturas, nos elevan el alma.
Como agua clara, como pan muy bueno, Sueños y Despertares es un alimento del espíritu, un texto delicioso, para entender y para sentir. Para conocer y conversar con un ser humano excepcional. Para amar y añorar y valorar lo que vivimos. Para soñar y despertar.