Esos días mágicos de Córdoba me dieron la oportunidad de caminar por las páginas reales de las leyendas cordobesas.
Encontrar a la Virgen de la Soledad, con sus ojos brillantes de lágrimas y el pañuelo bordado de amor que aparece en las leyendas, me deparó una emoción sagrada en la Catedral de Córdoba.
La casa del Gallo de Oro en contraesquina con la casa del Mascarón, prolonga la enseñanza moral de la leyenda que invisible brilla detrás de la palabra ORO.
En la Hacienda de Toxpan, que es bellísima, acontece el mito de Quetzaliztlin, la princesa garza que aguarda en Aztlán el retorno para inundarnos de belleza.
