
Tito Flavio Vespasiano encargó la construcción del Anfiteatro Flavio en el año 72. Tal vez ignoraba que estaba levantando en el valle entre el Esquilino, el Palatino y el Celio, el símbolo de Roma.
A partir del viernes 27 de marzo, el Coliseo dedica una muestra al emperador que nació hace 2 mil años en la Sabina, y que subió al poder aclamado por sus soldados en el año 66. Había que ganarse al pueblo y el Divino Vespasiano regresó la ciudad a la ciudadanía, creó unas termas y mandó drenar el lago artificial neroniano para construir el más grandioso anfiteatro de la antigüedad.
Vespasiano no vio terminada la ingente obra. Tocó la visión de la maravilla de arquitectura y de ingeniería a su hijo Tito que inauguró el edificio en una fiesta de cien días en cuyas horas interminables murieron 5 mil animales.
Un busto de Vespasiano, el de Copenhague, que dicen es el más fidedigno, fragmentos de la "Forma Urbis" -representación en mármol de la Roma imperial- maquetas de los distintos estadios de construcción del Coliseo, esculturas y bajorrelieves del templo de la Paz podrán verse en esta exposición consagrada no al edificio sino al hombre que lo construyó: Divus Vespasianus.
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