Aurelio González Ovies en Luanco, Asturias, en la ceremonia de unión de los océanos |
El poema del mar escrito en piedra |
Dame tus manos, mar. Oríllame
a tus alas. Arrástrame a la luz.
Sedimenta tu sed sobre mi voz caduca.
Aurelio González Ovies
En una ceremonia calificada como entrañable por quienes tuvieron el privilegio de compartirla, las aguas de diversos océanos se unieron con las olas del mar Cantábrico. Pronto, en septiembre, ese mismo mar transportado simbólicamente en una botella unirá sus aguas con las del Océano Pacífico en México, en Puerto Vallarta, Jalisco. La iniciativa es de la Fundación Cousteau y esta voluntad en principio solidaria y ecológico ha salido para fortuna de todos al encuentro de la poesía.
Aurelio González Ovies puede hablar como pocos, de tú a tú con el mar. En el poema escrito en la banca de piedra, pide al mar sus manos para orillarse a sus alas.
En su caminar poético de toda la vida, la mar ha sido omnipresente y nunca ha querido ni ha podido alejarse de ella. "Necesito ir a verte cada poco. No concibo la vida sin tu esencia. No me imagino el mundo sin tu cuerpo ", dice en una prosa poética. "Soy el deseo marítimo de los de tierra adentro", canta su poderosa voz poética en Vengo del Norte. "Ye fin, principiu. Ye'l cabu'l mundu, l'entamu l'agua. Ye superficie y profundidá", dice en su fragante, auroral lengua asturiana en otro de sus textos.
El mar, la mar, no conoce fronteras, ni teme mezclarse de otredad. Así es también la poesía de Aurelio y nos adentramos en ella como podríamos hacer en la mar. Desde el Cabo Peñas, desde el "norte en punto" vienen viajando las aguas claras del Cantábrico hacia América, hacia México. Y así, en olas de concordia, en corrientes favorables, en múltiples mareas de buena voluntad, llegará muy pronto a América la palabra de ese mar poético llamado Aurelio González Ovies.