Este bello patio con elemento arquitectónicos góticos pertenece a una casa del siglo XV que estaba en la calle de los Templarios y trasladada a lo que ahora es el museo Frederic Marès. El pozo, la escalera, las lápidas de los caballeros colocadas en los muros convierten este sitio en un lugar mágico para escuchar el murmullo del tiempo.
La Casa del Ardiaca en Barcelona es todo un compendio de la historia y el espíritu imaginativo de la ciudad a lo largo de los siglos. Prácticamente empotrada en la muralla romana, es gótica, renacentista y modernista. Un elemento muy atractivo es el buzón modernista que muestra golondrinas, yedra y una tortuga. Por haber sido la casa propiedad del Colegio de Abogados el buzón sería una alegoría satírica de la abogacía, que debiera ser ágil como el vuelo de las golondrinas pero se enreda en la yedra y es lenta como la tortuga.
Otro elemento llamativo es la figura de San Roque con su perro albergada en un nicho alto. El perro es azul pues en una de sus restauraciones el artesano preguntó de qué color debía pintarlo y le respondieron, también en broma"Píntelo de azul". Así quedó muchos años y al volverse al romper se tomó al decisión de teñirlo de marrón. La voz del pueblo clamó por su perro azul y así quedó, azul como el cielo de Barcelona.
Volvemos a la tortuga del buzón, que muestra su caparazón alisado. Esto se debe a la costumbre o rito de tocarla con la mano para atraer la buena suerte... o contrarrestar la mala suerte que podría atraer ver la calavera del puente del Bisbe por segunda vez. Así, ya que se permite, más vale frotar el caparazón de la paciente tortuga del buzón de la Casa del Ardiaca en Barcelona.