Crónicas de OtraMar
Textos: María García Esperón
Ilustraciones: Lorde
Eurídice y Orfeo en el Mictlan (C) Lorde, 1988 |
Era 1988 y dos jóvenes hermanas se pusieron a soñar mitos. Una con palabras y la otra con imágenes, desde la ciudad de México primero y Cuernavaca después, avistaron los mares griegos y los fundieron con las historias sagradas de la tierra y del cielo de América.
Decidieron escribir sus propias crónicas y aunque estaban muy lejos del océano las llamaron de OtraMar para inventar su propia cosmogonía y deletrear su panteón mexicano con literatura española. Celestina es Coatlicue, San Miguel arcángel es Huitzilopochtli y Quetzalcóatl un marino cretense. Los libros de Juana Inés sufren la pena del fuego, como los de don Alonso, y Amadís navega soñador hacia América. El tlamatinime de la tinta negra y roja es Sócrates y sabe de los pórticos de Atenas. En las imagenes Ariadna se apoya en la piedra de la serpiente emplumada y Orfeo es el señor de las cosechas. mientras Tláloc sostiene a la diosa Rhea con una mano y con la otra la lira de Apolo.
Ahora, 36 años después, encontramos en una caja los textos y las imágenes de nuestras crónicas de OtraMar y de nuevo los mitos nos pidieron nacer.
Que ellos sigan alumbrando nuestro intenso mundo bello, nuestra amada Atlántida americana donde los dioses aún pisan la tierra, sus pies calzados con sandalias de oro.